Has recibido al
Espíritu Santo en la hora de tu bautismo. No ha venido a estar de brazos
cruzados sino a encender tu corazón con el fuego del amor misericordioso para
que con tu vida y obras lo manifiestes y lo des a conocer a los demás.
Eres, Señor, mi
modelo y mi referencia. Cada día, por tu Gracia, me levanto con esa sana y bien
intencionada misión: <ser como Tú>. Y cada día experimento mis debilidades,
mis errores y pecados. Señor, confío en tu Amor y Misericordia y espero algún
día parecerme un poquito más a Ti.
Ponte en manos del
Espíritu de Dios y deja que Él te vaya guiando. No te preocupes porque tú nada
puedes hacer, lo hace el Espíritu Santo. Ahora, necesita tu permiso y tu
libertad para convertir tu corazón, endurecido y herido por el pecado, en un
corazón suave, humilde, paciente, comprensivo y misericordioso. Un corazón
capaz de amar sin condiciones y darse en servicio, libre y voluntario, por
amor.
Tratemos de estar
disponibles y abiertos a la acción del Espíritu Santo. Sabemos, por su
testimonio, que Carlos de Foucauld lo estuvo. Y abierto a su acción entregó su vida,
por amor, a presentar a Jesús a los demás. Como Carlos de Foucauld abrámonos a
la acción del Espíritu y dejémonos llevar por su acción. Amén.
Hoy el Papa
Francisco nos pone el ejemplo y testimonio de san Carlos de Foucauld que nos
puede ayudar a ver como la Persona de Jesús atrae cuando se llega a tener un
encuentro profundo con Él. Y esa atracción puede derivar en muchas maneras de
expresarla, de contagiarla y de, sobre todo, amar. Amar como Jesús nos ama.
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