Cada día es una
oportunidad para reconocernos pecadores, perdonados por la Infinita
Misericordia de nuestro Padre Dios y renovados para dar lo mejor de nosotros
mismos con verdadero amor y misericordia en los quehaceres de cada día. Cada
paso de amor nos acerca al Señor.
Señor, Tú sabes
realmente lo que quiero y lo que busco. Yo, lo único que sé es que soy pecador,
débil y mis errores y pecados me impiden ser como me gustaría ser de acuerdo
con tu Palabra y Mandatos. Me pongo en tus manos, Señor, para que transformes
mi endurecido corazón.
Vivir, no
rutinariamente, sino con la ilusión de renovarnos en cada acto cotidiano de
nuestra vida, dándonos con generosidad, misericordia, paciencia, comprensión y
humildad nos acerca a nuestro Padre Dios. Vivir cada uno de esos momentos como
si de un fuerte abrazo se tratara a nuestro Padre Dios nos llena de ilusión, de
esperanza y de fe.
Cada día es una nueva oportunidad para ganarse, por decirlo de alguna manera, un poquito de Cielo. Cada acto cotidiano de nuestra vida vivido con amor y misericordia es un fuerte abrazo a nuestro Padre Dios y un granito de Cielo que nuestro Padre nos regala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.