Procura que tus
actos estén motivados más por la buena intención de dar y darte gratuitamente y
asistidos por el Espíritu Santo, que en la apariencia de su grandeza o importancia.
Porque, lo que les da valor a tus actos es tu buena intención, tu gratuidad y amor
misericordioso.
Señor, embriágame
de tu Verdad y de tu Espíritu. Haz que mi vida sea tuya y que mis sentimientos
y pensamientos permanezcan en Ti. Haz que todo lo que me rodea desde mi
familia, trabajo, relaciones sociales y ocio, viva en tu presencia y haga tu
Voluntad. Amén.
Ante los ojos de
Dios no tiene valor la espectacularidad ni la grandeza de tus actos, sino tu
buena intención, tu gratuidad y desinterés por hacer el bien y socorrer al
necesitado. Es tu solidaridad y tus deseos de amar, de hacer el bien de forma
desinteresada y gratuita al que más lo necesita lo que engrandece los actos de
tu vida. Por tanto, no busque lo grande y espectacular sino tu buena intención
que, precisamente, se esconde en lo pequeño y humilde.
Solo hay un camino
que, quieras o no, llegará cuando menos lo piense o cuando te llegue tu hora. Y
solo tendrá valor tus buenos actos, ofrecidos gratuitamente y sin esperar nada
a cambio. Todo lo demás será invalidado.
La Resurrección es
el pilar de nuestra fe. Y es que ese deseo irresistible de perpetuarnos
eternamente ha sido sembrado en nuestro corazón por Aquel que ha vencido a la
muerte con su Resurrección. ¡Alabado y Glorificado sea el Señor!
Dame, Señor, la
sabiduría necesaria para perseverar y no desesperar. Reconocer mi condición de
pecador y fortaleza para resistir todos los embate seductores del mundo,
demonio y carne.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.