Nunca olvides que
cada vez que perdonas, tú también eres perdonado. ¿Acaso no adviertes que eso
lo pides cada vez que rezas el Padrenuestro? La llave que abre la puerta del Cielo
es tu misericordia con el prójimo. Un perdón exige arrepentimiento.
Cada día, Señor,
empieza una lucha nueva, un camino de tentaciones y peligros y una nueva
oportunidad de vivir y hacer tu Voluntad. Dame la fortaleza para entender que
solo en Ti está la esperanza de vivir en la plenitud del gozo y la felicidad
eterna. Amén.
Nuestra fe nos llena de esperanza porque creemos en la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios. Gracias a ella creemos y esperamos nuestra salvación. Una salvación que sabemos que es gratuita y misericordiosa porque no la merecemos ni la entendemos. Dios, nuestro Padre, nos salva porque su Amor es Infinito y Misericordioso. No alcanzamos a comprenderlo desde nuestra razón humana y pecadora, pero creemos profundamente en su Palabra que su Hijo, nuestro Señor, nos ha demostrado con su Muerte y Resurrección.
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