No te empeñes en
sentir ni experimentar el gozo de amar. Realmente lo es. Amar es el mayor gozo
que podamos sentir y, de hecho, lo experimentamos cuando somos capaces de dar o
darnos. Sin embargo, por el pecado estamos predispuestos al desamor.
Necesitamos la Gracia de Dios.
Señor, dame la
sabiduría de saber mirar con ojos limpios y puros de verdad, de ternura, de
comprensión, de paciencia, de misericordia y de amor. Que mi mirada sea, Señor,
como la tuya llena de ternura y misericordia. Y que sea reflejo de mi vida. Amén.
De ahí la
importancia de la fe. Creer y obedecer es la prueba, después vendrá el gozo. Lo
importante es darnos cuenta de que necesitamos compartir, dar de lo que tenemos
y poner todo nuestro ser en disponibilidad de servir al más necesitado. No por
interés ni buscando una recompensa en este mundo, sino confiando y poniéndonos
en manos de Dios. Su Palabra siempre se cumple y ella nos da ese gozo y
felicidad que buscamos. La clave está escondida en el amor.
A pesar de que no lo sientas, tu corazón se compadece y se siente inclinado a dar y darse. Esa es la prueba de tu amor aunque estés escondido en tu egoísmo y en tu pecado. Compartir descubre que en el fondo de tu corazón hay amor. Si lo pones en manos de Dios tú gozo será eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.