¿En qué lugar
estamos nosotros? ¿Somos del grupo de los nueve o, agradecidos, como el
samaritano, miramos y volvemos al Señor alabándolo y dándole gracias al darnos
cuenta de que hemos sido salvados de la lepra del pecado y llamados a la
Resurrección eterna?
A veces pienso,
¿qué sería de mi vida si Tú, Señor, no estuviese ahí, a mi lado y en mi
presencia? No llego a imaginarme un mundo sin Ti y sin Ti, mi Señor, mi vida
imagino sería un caos y una perdición. ¿A dónde iría a apoyarme para sostenerme
en pie?
Es de bien nacido ser agradecido. Dar gracias por tantas cosas que recibimos cada día: respeto, servicio, saludos…etc. Pero, ¿y lo que realmente somos y tenemos, sobre todo, esa esperanza de vida eterna que nos regala nuestro Padre Dios limpiándonos de todas nuestras lepras – pecados – para que gocemos de vida eterna en plenitud de felicidad? ¿Nos damos cuenta? ¿Volvemos nuestra mirada en alabanza y gracias al Señor?
Perder esta vida
es ganar la eterna, plena de gozo y felicidad. Esa noticia - la Buena Noticia -
cuando se conoce y se cree sobrepasa todas las adversidades y dolores que nos
puedan venir. Jesús, el Señor, es la Buena Noticia, y en Él, fortalecidos en su
Espíritu podemos soportar todas las adversidades.
La Resurrección
nunca puede ser triste. Todo lo contario, aquel que sabe que va a resucitar
soporta con gozo y alegría los momentos adversos y sufridos. Porque, la
resurrección que nos promete Jesús es una resurrección gloriosa, eterna y plena
de gozo y felicidad. ¿Cómo, aunque las circunstancias sean dolorosas, se puede
estar triste? Todo pasará y soportaré en Aquel que me conforta. Así nos lo
transmiten y testimonian todos los santos. Sin lugar a duda, Jesús es la Buena
Noticia.
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