También a
nosotros, igual que a nuestra Madre, Dios nuestro Padre nos dará su Gracia si,
sobre todo, estamos en esa actitud de abrirnos a su Palabra, tenerlo presente
en el centro de nuestro corazón como primera opción de nuestra vida y ser fiel
a su Palabra.
Es bueno saber y
tener siempre presente que tengo una Madre en el Cielo que está presente cada
instante de mi vida. Una Madre que nos ha dado a su Hijo por Voluntad del Padre
para rescatarnos del pecado y compartir con todos nosotros, ahora también sus hijos,
la Gloria junto al Padre, al Hijo y Espíritu Santo.
Tenemos dos
opciones en nuestra vida. Algo así como dos caminos que el Señor nos
presenta: un camino de vida eterna y
otro de condenación – muerte – eterna. El primero es el camino que nos señala
María, la Madre de Dios, cantado en el Magníficat. El segundo, es al que nos
invita este mundo, el demonio y la debilidad de nuestra propia carne. Un camino
de apariencias de felicidad escondido en la falsedad y la mentira. Un camino
que nos lleva al remordimiento, dolor y sufrimiento eterno.
El pobre solo tiene una
defensa, que es su indigencia y necesidad. No le pidas más: aun cuando sea el
hombre más malvado, si carece del necesario sustento, remediemos su hambre…
Si ves desde la tierra
que un hombre naufraga, no te pongas a juzgarlo y a pedirle cuantas: socorre
enseguida esa desgracia (CJ – Cuadernos – 234 – Ricos y pobres en el Nuevo
Testamento – José I. González Faus).
¡¡FELIZ NAVIDAD!!
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