Dios, tomando
Naturaleza humana se hizo como nosotros, excepto en el pecado. Y tomó nuestra
naturaleza, vino a buscarnos y a anunciarnos el Amor Misericordioso de su Padre
y la invitación a compartir su Gloria eternamente con Él. Esa es la gran y
Buena Noticia.
Como María,
también yo quiero decir «Fiat» y dedicar el
resto de los días de mi vida a servir al Señor en los demás. Porque, en cada
persona que se cruce en mi vida está también el Señor. Para ello, le pido su
Gracia y la del Espíritu Santo que me acompaña. Amén.
Es cierto que
nuestra pequeñez y limitaciones nos echan para atrás. Sabemos que nuestra
fuerzas son inferiores y limitadas respecto a las tentaciones con las que el
mundo, demonio y carne nos tientan. Pero, nuestras esperanzas y fuerzas no
están puestas en nosotros sino el el Espíritu Santo, el que ha bajado a
nosotros en la hora de nuestro bautismo y nos fortalece para vencernos y vencer
al pecado. Nuestra labor está en dejarnos guiar por Él.
La riqueza es un tirano
que manda con dureza, déspota más feroz que un bárbaro, enemigo irreconciliable
que no sabe de treguas ni depone jamás el odio contra los que la poseen…
¿Cómo cambiar su fiereza? Cayendo en la cuenta de cómo se hace feroz…, como los leones, como los leopardos, como los osos enjaulados se excitan y redoblan su fiereza; así puntualmente, la riqueza, entre llaves y enterrada, brama más que un león y espanta a todo el mundo. Pero, si la sacas del encierro y la distribuyes entre los pobres, la fiera se torna oveja (CJ – Cuadernos – 234 – Ricos y pobres en el Nuevo Testamento – José I. González Faus).
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