sábado, 30 de diciembre de 2023

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

No es cuestión de esperar. Ya hemos recibido el rescate de nuestra liberación. Ahora necesitamos abrirnos, despertar y caminar hacia el encuentro con el Señor. El Espíritu Santo camina con nosotros y nos asiste para el encuentro. Es cuestión de ponernos en sus manos.

Aléjame, Señor, del ansias de poder y riqueza. Desnúdame de toda soberbia y hazme experimentar el despojo de toda vanidad para que solo me quedes Tú, mi Señor. Porque cuando experimento la pobreza y nada tengo, mi corazón solo piensa en Ti.

Has recibido lo que necesitas para ir al encuentro. Quizás no sepas cómo ni dónde, pero si sabes obedecer y fiarte de aquel que bien te guía. O, quizás, tienes talentos para guiar al que no sabe caminar hacia el encuentro. Todos nos necesitamos y juntos tendremos que caminar hacia el encuentro con el Señor, que nos espera, nos abre sus brazos y nos salva.

Hay ricos que arrebatan lo de los otros. Hay también ricos que distribuyen lo que tienen a los pobres. Unos se enriquece acumulando; el otro, repartiendo. Uno siembra en la tierra, el otro en el cielo.

Y cuanto es el cielo mejor que la tierra, eso va de la opulencia del uno a la riqueza del otro. A uno le acusa todo el mundo, el otro tiene muchos que le aman.

Y es curioso: al rapaz y avariento no solo le aborrecen los que sufren su iniquidad, sino también los que no han recibido de él ningún daño, pero siente compasión por los que los han sufrido. En cambio, al misericordioso no solo le quieren los que el favorece, sino todos los demás (CJ – Cuadernos -234 – Ricos y pobres en el Nuevo Testamento – José I. González Faus).

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