Quieras o no
tendrás que presentarte delante del Señor. Cada día, a medida que se acerca
cada vez más mi partida de este mundo, no entiendo como mucha gente, amigos que
conozco, viven empeñados en gozar de las cosas banales y caducas de este mundo.
Es evidente que no
podemos obviar el dolor y sufrimiento que padecieron aquellas madres y padres
por la muerte de sus inocentes hijos. Sin embargo, nos llena de paz, gozo y
alegría el saber que esos niños están gozando de plena felicidad en la Gloria
de Dios Padre.
Porque, todo lo
que este mundo te ofrece carece de valor ya que lo que te puede dar es trivial
y temporal y tiene fecha de caducidad. Y lo caduco nunca te puede llenar
plenamente ni hacerte feliz. Puede darte un rato de gozo, pero como pasó con
Adán y Eva, pronto termina todo y tu propia soberbia te hará sufrir
eternamente. Tu insatisfacción será muy dolorosa y eterna.
Y sobre todo en invierno, cuando carecen más que nunca de lo necesario y juntamente con eso se les quita el trabajo (ya que nadie toma a jornal a los miserables ni se los llama para servicio alguno), no queda sino que se les tiendan las manos de gentes misericordiosas que hagan las veces de patronos que los contratan (CJ – Cuadernos – 234 – Ricos y pobres en el Nuevo Testamento – José I. González Faus).
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