Esa es la
cuestión, perseverar a pesar de los inconvenientes, las dificultades y todo
tipo de persecución. Esa es la ruta, la de la fe sostenida en el firme
propósito de perseverar frente a las seducciones, tentaciones e imposiciones de
aquellos que parece que la Palabra de Dios les molesta.
Jesús nace pequeño
y crece como crecemos todos. En sus etapas de persona con naturaleza humana
como nosotros, nos va enseñando el Camino, la Verdad y el sentido verdadero y
real de nuestras vidas. Nos anuncia la Buena Noticia y con su Pasión, muerte y
Resurrección nos invita a vivir junto al Padre con gozo y felicidad
eternamente.
Escoger ese camino
sin antes tener un encuentro pausado, sereno, tranquilo y profundo con Jesús,
el Señor, será imposible elegirlo. Ese camino de cruz que se le presenta a todo
cristiano a la hora de optar por seguir al Señor no es, aparentemente, un camino
deseado ni apetecible. Trae consecuencias graves, molestas, de dolor y
sufrimiento e incluso de muerte. Sin embargo, escondida en ellas está y emerge
la alegría y el gozo de felicidad y vida eterna.
Has recibido más que los otros no para que lo gastes tú solo, sino para que seas buen mayordomo para los otros (CJ - Cuadernos - 234 - Ricos y pobres en el Nuevo Testamento - José I. González Faus).
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