No busques, fuera
del Señor, quien ponga paz a tus problemas o dé solución a tus dolencias o
depresiones. Busca al Señor, Él te dará la solución a tus problemas y sentido a
tu vida. Es el Camino, la Verdad y la Vida.
Padre mío, tú me
has creado semejante a ti y con un corazón, en consecuencia, capaz de amar y de
ser misericordioso. Haz que como María, tu madre y, por tu Gracia, también mi
Madre, sea yo capaz de responderte como ella y dar toda la medida de los dones que
me hayas gratuitamente dado. Amén.
Perdemos el tiempo tratando de encontrar lo que realmente deseamos y
buscamos entre las cosas con las que el mundo, demonio y nuestra propia carne
tratan de engañarnos. Porque, nuestra felicidad no está ahí. Esa es la pregunta
que tenemos que hacernos: ¿Dónde estoy yo y en quién busco las respuestas y
soluciones a mi vida? La experiencia me demuestra y descubre que no está en el
mundo. Luego, ¿dónde la estoy buscando? Quizás no le oigas o no quieras oírle,
pero Jesús te lo esta preguntando: ¿Dónde estás? Esa misma pregunta le hizo a
Adán.
Esa es la pregunta que debo discernir y reforzar ahora en este tiempo de
Adviento. ¿Camino en esa dirección y cuento contigo, Señor, o sigo acomodado a
mis prácticas y a mi rutina diaria sin contar contigo plenamente?
Hay momentos especiales y favorables para meditar, reflexionar o,
simplemente, dialogar. La noche es uno de esos momentos que la vida nos regala,
y cada día al atardecer tenemos esa oportunidad. ¡Aprovechémosla!
Los bienes terrenos no son verdadera posesión y dominio: son solo un uso.
¿Cómo hablar de dominio cuando, una vez que tú expires, otros se apoderarán de
tus bienes, quieras o no, y ellos a su vez se los darán a otros y estos a
otros?...
La propiedad o señorío no es más que un nombre: en realidad somos todos
dueños de bienes ajenos. (CJ – Cuadernos – 234 – Ricos y pobres en el Nuevo
Testamento – José I. González Faus).
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