La vida de la
Gracia empieza desde el momento de nuestro bautismo, Nacemos a esa vida que
continuaremos, con la asistencia y presencia, del Espíritu Santo del que recibiremos
las fuerzas, la luz y fortaleza para resistirnos al mal.
Te necesito,
Señor, a cada instante de mi vida. Sin tu presencia mi alma no respira ni
camina ni sabe tomar decisiones correctas. Dame, Señor, la sabiduría y
paciencia para saber elegir y tomar el camino correcto que me lleva a estar y
caminar contigo. Amén.
Vivir en la
voluntad de la Palabra de Dios y sus mandatos no es tarea fácil cuando en el
camino de nuestra vida nos encontramos con la amenaza del tentador que trata de
seducirnos con las falsas ofertas de felicidad que nos propone el mundo, la
carne y todas las tentaciones que brotan de nuestro corazón – herido por el
pecado – que despiertan nuestras ambiciones, envidias, deseos impuros,
venganzas, soberbia y egoísmos.
Estamos llamados a
sembrar esa semilla de amor misericordioso que hemos recibido desde la Palabra
de Dios. Y la sembramos en la medida que somos capaces de dejar entrar en
nuestro corazón al Espíritu Santo que hemos recibido en el instante de nuestro
bautismo. Tengamos paciencia y mucha confianza, el Espíritu Santo ha venido a
nosotros para fortalecernos y ayudarnos a sembrar amor y misericordia. El mismo
amor y misericordia que hemos recibido de nuestro Padre Dios. El Papa Francisco
nos invita a dejarnos guiar por el Espíritu Santo.
El Papa nos invita
a abrirnos a la Palabra de Dios y a darla a conocer. Es inevitable que el
cristiano fiel seguidor de Jesús necesita abrir su corazón para transmitir su
amor y misericordia en correspondencia al Amor y Misericordia que recibe de su
Padre Dios. Así nos lo transmitió Jesús, su Hijo predilecto, y así debemos de
corresponder, asistidos por la acción del Espíritu Santo recibido en nuestro
bautizo.
¿Qué defensas, qué
perdón puedes obtener cuando engalanas más de lo necesario a un bruto que nada
sabe de esa ambición y lo mismo se le da el oro que el plomo, y en cambio ves a
Cristo que se muere de hambre y no le das ni el sustento necesario?...
Tú llevas pieles
recamadas de oro, vestido de oro y cinturón de oro, y hasta zapatos que brillan
por el oro, y una maldad como esa ya es para ti una necesidad: quieres calmar
un deseo insaciable y alimentar a la más cruel de las fieras que es la avaricia.
Y para todo eso
despojas a los huérfanos, desnudas a las viudas y pasas por el mundo como
enemigo universal, pues te empeñas en un trabajo vano y emprendes una carrera
que no puede tener buen fin (CJ – Cuadernos – 234 – Ricos y pobres en el Nuevo
Testamento – José I. González Faus).
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