viernes, 12 de enero de 2024

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

¿Busco al Señor convencido de que Él puede curar mi cuerpo y perdonar mis pecados? ¿O, simplemente, no creo en su presencia ni en su poder de salvación? ¿Qué pienso al respecto? Porque, dependerá de ese pensamiento el moverte, buscar y, salvando todos los obstáculos, presentarte delante de Él y pedirle que cure tus parálisis?

Cada día es un reto aunque lo vivamos sin apenas darnos cuenta. Damos, erróneamente, por descontado que todo salga como habitualmente sale, sin caer en la cuenta de que todo es Gracia de Dios. Solo en y con Él podemos vencer y superar los acontecimientos de cada día.

¿A dónde crees que vas cuando se acabe tu vida en este mundo? ¿Acaso crees que aquí termina todo y que tu cuerpo se corrompe – o es incinerado – y aquí acaba nuestra historia? ¿Crees que vale la pena ser creado, porque ¿alguien tuvo que crearnos?, para terminar así? ¿Piensas que eso es lo correcto? ¿No hay algo dentro de ti que te dice que somos seres trascendente y que tras la muerte hay algo nuevo y desconocido? ¿Y la Palabra de Jesús Resucitado no te parece que tiene fuerza y obras para fiarnos de Él? ¿Has tratado de acercarte y conocer su Vida y Obras? Mientras esté en este mundo tienes siempre esa oportunidad.

Muchos, con frecuencia, se meten en averiguaciones sobre los pobres y los examinan sobre su patria, su vida y milagros, qué profesión tienen, cómo andan de fuerzas, y los cargan de acusaciones pidiéndoles mil datos sobre su salud. Ello da lugar a que muchos fingen mutilaciones a ver si con este drama ablandan nuestra crueldad e inhumanidad.

Voy a deciros algo duro y molesto; sé que os enfadaréis, pero no lo hago para heriros, sino para corregiros: echamos en cara a los pobres su ociosidad, cosa muchas veces excusable; y nosotros trabajamos a menudo en cosas que son peores que la misma ociosidad… Tú, que te pasas frecuentemente el día en los teatros y juntas y grupos que no tienen nada de bueno; tú, que murmuras de todo el mundo, no crees hacer nada malo ni que estés ocioso; y a ese desgraciado y desdichado que gasta el día entero en pedir y rogar, con lágrimas y calamidades sin cuento, ¿lo guzgas y lo llevas a un tribunal y le pides cuentas? (CJ – Cuadernos – 234 – Ricos y pobres en el Nuevo Testamento – José I. González Faus).

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