¿Busco al Señor
convencido de que Él puede curar mi cuerpo y perdonar mis pecados? ¿O,
simplemente, no creo en su presencia ni en su poder de salvación? ¿Qué pienso
al respecto? Porque, dependerá de ese pensamiento el moverte, buscar y,
salvando todos los obstáculos, presentarte delante de Él y pedirle que cure tus
parálisis?
Cada día es un
reto aunque lo vivamos sin apenas darnos cuenta. Damos, erróneamente, por
descontado que todo salga como habitualmente sale, sin caer en la cuenta de que
todo es Gracia de Dios. Solo en y con Él podemos vencer y superar los
acontecimientos de cada día.
¿A dónde crees que
vas cuando se acabe tu vida en este mundo? ¿Acaso crees que aquí termina todo y
que tu cuerpo se corrompe – o es incinerado – y aquí acaba nuestra historia?
¿Crees que vale la pena ser creado, porque ¿alguien tuvo que crearnos?, para
terminar así? ¿Piensas que eso es lo correcto? ¿No hay algo dentro de ti que te
dice que somos seres trascendente y que tras la muerte hay algo nuevo y
desconocido? ¿Y la Palabra de Jesús Resucitado no te parece que tiene fuerza y
obras para fiarnos de Él? ¿Has tratado de acercarte y conocer su Vida y Obras?
Mientras esté en este mundo tienes siempre esa oportunidad.
Muchos, con frecuencia,
se meten en averiguaciones sobre los pobres y los examinan sobre su patria, su
vida y milagros, qué profesión tienen, cómo andan de fuerzas, y los cargan de
acusaciones pidiéndoles mil datos sobre su salud. Ello da lugar a que muchos
fingen mutilaciones a ver si con este drama ablandan nuestra crueldad e
inhumanidad.
Voy a deciros algo duro y molesto; sé que os enfadaréis, pero no lo hago para heriros, sino para corregiros: echamos en cara a los pobres su ociosidad, cosa muchas veces excusable; y nosotros trabajamos a menudo en cosas que son peores que la misma ociosidad… Tú, que te pasas frecuentemente el día en los teatros y juntas y grupos que no tienen nada de bueno; tú, que murmuras de todo el mundo, no crees hacer nada malo ni que estés ocioso; y a ese desgraciado y desdichado que gasta el día entero en pedir y rogar, con lágrimas y calamidades sin cuento, ¿lo guzgas y lo llevas a un tribunal y le pides cuentas? (CJ – Cuadernos – 234 – Ricos y pobres en el Nuevo Testamento – José I. González Faus).
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