domingo, 14 de enero de 2024

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

¿Soy consciente de que en la medida que me acerque más al Señor, escuche su Palabra y trate de ser coherente en mi vida con ella estaré realmente en la actitud de seguir al Señor? Si es así, pidámosle fortalece y que aumente nuestra fe para permanecer en Él.

Sé, Señor, al menos quiero reconocerlo, mi condición de pecador, de imperfecto, de débil y frágil, pero también de arrogante en muchos momentos y soberbio. Te pido humildad para saberme pobre, pequeño y necesitado de Ti y para administrar en bien de los demás todo lo que tengo y he recibido de Ti.

No se trata de simplemente seguirle y cumplir con lo establecido, se trata de seguirle y hacer su Voluntad como hizo Samuel. Se trata de vivir en su Palabra tratando de llevarla a los actos diarios de mi vida de cada día. Se trata de que sea Cristo quien realmente viva en mí y yo en Él. Se trata de reconocernos débiles, frágiles y pecadores y necesitados de la Gracia del Espíritu Santo – recibido en nuestro bautismo – para, fortalecidos en Él, vivir según la Voluntad del Señor.

Supongamos que no hubiera castigo ni nos esperara el Reino de los cielos; por eso mismo, deberíamos respetar a nuestra propia raza y género, y conmovernos ante el que padece como nosotros. Y lo cierto es que criamos perros y muchos hasta asnos salvajes y osos y otras fieras diversas. En cambio, al hombre lo dejamos que se muera de hambre. Nos merece más estima el animal extraño que el de nuestra misma especie. Tenemos en menos lo propio, que lo que no es ni nos toca en nada.

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