Parece que este
acontecimiento es cosa del pasado, pero no es así. Es algo tan actual como que
sucede también ahora en nuestro tiempo. La vida se pospone al interés del
dinero y del poder, que proporcionan los bienes materiales y el bienestar.
Señor, quiero
seguirte. Tú sabes que desde hace tiempo quiero ser tu discípulo, seguir tus
pasos y vivir según tu Voluntad. Pero, también sabes que soy débil, fácil de
seducir y de caer en la trampa del mundo y sus seducciones. Dame la fortaleza
para resistirme y hacer tu Voluntad.
Ese interés por
las riquezas y el poder explica como el hombre está más inclinado a
satisfacerse en sus propios egoísmos que en buscar el amor por el bien común.
Así se entiende como el amor se confunde con el egoísmo de las satisfacciones y
bienestar en lugar de el servicio por el bien del otro. Como tu verdad la pones
por encima de la Verdad y del Bien que busca el servicio desinteresado de los
más desfavorecidos, pobres e indefensos.
En estos momentos de asfixia universal, hemos de respirar el Espíritu, tanto tiempo olvidado, hemos de recuperar su hálito, pedir su suplo de vida. Él está presente precisamente en momentos de caos y muerte, cuando parecía que todo estaba perdido. Respiremos hoy profundamente el Espíritu, recuperemos su soplo suave. Es nuestro auténtico oxígeno vital (CJ – Cuadernos 235 – El Espíritu sopla desde abajo – Víctor Codina).
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