Muchos solo
quieren un trato con Él, pero a su manera, desde su propio compromiso y, por
supuesto, no entran en la Iglesia. Eso sí, la visitan, pero solo tratan con
Dios. Son ellos los que se escuchan, se responden y actúan según sus maneras de
ver las cosas.
Ven Espíritu Santo
y has morada en mi corazón. Lléname de tu Gracia, de tu Fortaleza y Sabiduría
para que sepa caminar por mi vida haciendo siempre tu Voluntad y no la mía.
Amando a mis hermanos con misericordia y verdadera caridad. Amén.
El sentido común
te dice que lo lógico sería dejar a algunos encargados de seguir su misión. Es
lo que deduce desde tu propia razón y lo que haría cualquier persona.
Asegurarse de que sus discípulos sigan su misión. Para tal importante misión
les promete la venida del Espíritu Santo, quien les guiará, desde la libertad
de su fe, entrega y obediencia – Iglesia – por el correcto camino salvándolos
de los peligros del pecado.
Hoy el Papa
Francisco continúa hablando del peligro de los vicios. Y tras la
gula nos habla del peligro de la lujuria, el segundo demonio, nos dice el Papa,
que está siempre agazapado en la puerta del corazón. Es evidente que todos
entendemos y sabemos a lo que se refiere el santo Padre.
No cabe ninguna
duda que la sexualidad está puesta por Dios para vivirla desde el sacramento
del matrimonio, desde el amor y abierta a la vida. Sacarla de ese contexto trae
consecuencias como las que se están viviendo en nuestro mundo actual.
Pensamos que vivir
bien consiste en una buena comida, es decir, comer bien y sumergirte en el
placer sexual. De ahí la corrupción que hay actualmente de menores y del placer
sexual.
Hoy el Papa en su
audiencia de los viernes nos advierte del peligro de la lujuria, de la que
dice: «los antiguos Padres nos enseñan que, después de la gula, el segundo
"demonio", es decir vicio, que está siempre agazapado a la puerta del
corazón es el de la lujuria. Mientras que la gula es la voracidad
hacia la comida, este segundo vicio es una especie de "voracidad"
hacia otra persona, es decir, el vínculo envenenado que los seres humanos
mantienen entre sí, especialmente en el ámbito de la sexualidad».
Sin Espíritu, Dios
queda lejos, Cristo se reduce a un personaje del pasado, la Iglesia es una
simple institución y la misión se convierte en propaganda. En el Espíritu,
Cristo resucitado está aquí, la Iglesia significa la comunidad trinitaria y la
misión es un pentecostés (Patriarca Ignacio IV de Antioquía) (de CJ – Cuadernos 235 – El Espíritu sopla desde abajo –
Víctor Codina).
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