La iglesia arranca
con la elección de los doce apóstoles. Una elección desde la libertad de cada
uno y desde la fe en Jesús, el Mesías prometido e Hijo de Dios. Y a través del
tiempo persevera y se sostiene en el amor y la misericordia y en su único
fundamento: Muerte y Resurrección de Jesús.
Dame, Señor, la
paciencia que necesito para calmarme y calmar a los que me rodean; para dar
tranquilidad y paz a mi corazón y llenarlo de humildad paciente y
misericordiosa para que tras de mí te vean a Ti. Amén.
Es evidente que
quizás nos gusta más ir por libre. En contacto con Jesús pero por libre. Muchos
dicen: «Yo con Jesús me entiendo bien».
Sin embargo, esa no es la Voluntad de Dios. Dios nos invita a caminar juntos un
camino sinodal y para ello nos reúne y congrega en la Iglesia. Nombra ministros
que nos guíen y orienten y nos da ese clima fraterno donde podemos amarnos y
perdonarnos sacramentalmente. Es, por tanto, necesario, si queremos seguir a
Jesús y cumplir su Voluntad, caminar juntos en la Iglesia.
Comenzar por el Espíritu significa partir de la realidad personal y social, ayudar a comprender todo el trabajo que se realiza por la justicia, la verdad, la solidaridad con los últimos, valorar todo lo positivo que hay en las diferentes culturas y religiones. Es Él quien nos ayuda a abrirnos a la trascendencia y a la religión, al Misterio último que da sentido a la vida y a la muerte (CJ – Cuadernos 235 – el Espíritu sopla desde abajo – Víctor Codina).
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