Seguir a Jesús
exige romper con nuestras cosas de ahora. Seguir a Jesús es cambiar de rumbo y
eso exige otro camino, dejar y romper con otras estelas que no nos llevan a Él
ni convergen en Él. Seguir a Jesús es tenerlo presente en cada instante de tu
vida.
Señor, aunque a mí
me parezca lo contrario sé que dejar mi vida en tus manos es la mejor opción
porque tus decisiones son y serán siempre las mejores. Nada será mejor que lo
que Tú, mi Señor, hagas por mí.
En la hora de tu
bautismo recibes al Espíritu Santo. Y no viene simplemente a darte la
enhorabuena ni a celebrar tu bautismo. Viene a recorrer contigo el camino de
conversión que te llevará a un encuentro con Jesús, el Hijo de Dios, y a través
de Él llegar al encuentro definitivo con el Padre. En el Espíritu encontrarás
el auxilio, la sabiduría y fortaleza para romper con tus ataduras mundanas y,
liberado, seguir a Jesús en una permanente actitud de conversión hasta llegar
al Padre.
En el mundo cristiano latino, por diversos motivos culturales, históricos y políticos, hemos marginado y olvidado al Espíritu Santo, por más que recitemos el credo o el Gloria. Muchos cristianos latinos respiramos solo con el pulmón cristológico, pero nos falta respirar también con el pulmón del Espíritu. Si queremos superar la asfixia actual que nos destruye por dentro, hemos de respirar con los dos pulmones (CJ – Cuadernos 235 – El Espíritu sopla desde abajo – Víctor Codina).
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