Mírate en tu
corazón, ¿hay algún sentimiento o deseo? Mírate a ti mismo, ¿te pareces a
alguien en tus deseos de amar y de misericordia? Esa es tu semejanza con tu
Padre Dios. Hemos sido creados a su imagen y semejanza y, quieras o no, dentro
de ti hay un impulso de amor y misericordia que, precisamente, te da y hace
feliz.
Gracias, Señor,
porque has venido a este mundo como uno más. Sin escándalos, sin ruidos ni
signos espectaculares. Simplemente como una más, sin privilegios y pasando por
lo que mandar la ley como cualquier otro. Y todo esto por amor y misericordia
para rescatar nuestra dignidad de hijos de Dios y liberarnos de la esclavitud
del pecado.
Es evidente que
aunque algunos no se den cuenta todos buscamos la felicidad. Es un deseo
universal y nace al mismo tiempo que somos concebidos. Salimos, gestados en el
vientre de nuestras madres, al mundo y caminamos irremediablemente hacia ese
objetivo de alcanzar la felicidad. Una felicidad que buscamos en el mundo,
donde no está, porque vive escondida en el amor misericordioso que nos asemeja
con nuestro Padre Dios.
Por la misericordia y compasión es como nos asemejamos a Dios. Si no tenemos eso, lo perdemos todo (CJ – Cuadernos – 234 – Ricos y pobres en el Nuevo Testamento – José I. González Faus).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.