Lo tomas o lo
dejas. Al final no hay otro camino: Crees o niegas. Nada de signos porque el
Signo por excelencia es el Señor, y un signo de Cruz, donde entregó su Vida por
cada uno de nosotros.
¡Líbrame, Señor,
de todas las lepras de mi vida! ¡Líbrame y purifícame, Señor, de todo lo que
atenta contra mi deseo de creer en tu Palabra, de seguirte y esforzarme en
vivir según tu Voluntad! ¡Líbrame, Señor, de rechazar tu Amor Misericordioso!
Ahora te toca a ti
responder a la llamada que Dios te hace. Una llamada que pone en manos de su
Hijo predilecto, nuestro Señor Jesús, que tomando naturaleza humana se encarnó,
se hizo hombre como nosotros, menos en el pecado, y entregó su Vida voluntariamente
por amor para el rescate de todos los hombres, recuperando así nuestra dignidad
– perdida por el pecado – de hijos de Dios. Y, para Gloria de su Padre Dios,
resucitó al tercer día después de ser crucificado en una muerte de cruz. Ese,
precisamente, es el Signo donde debes poner tu fe.
Dicho en positivo o en negativo, en enunciados o en imperativos, la actuación humana para con el pobre toca a Dios: cuando ayuda y hace justicia al pobre, cumple los mandamientos. Cuando lo explota o lo maltrata, ofende a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.