Nunca puedes
aferrarte a tus tradiciones y leyes cuando estas incumplen lo fundamental, tal
es la bondad y misericordia de Dios. Porque si estamos salvados es gracia a la Infinita
Misericordia de nuestro Padre Dios. Y eso no se puede obviar en nuestras
tradiciones y leyes.
Ahí puede estar
escondida nuestra más grave equivocación, pensar que solo podemos salvarnos.
Darnos cuenta, reconocernos pecadores e inútiles para encontrar por nosotros
solos el camino y ponernos en manos del Espíritu Santo es nuestro mayor tesoro.
Lo resultantemente
grave no está en la tradición, costumbre o ley, sino en que esa tradición,
costumbre o ley venga impuesta por el hombre sin tener en cuenta la Voluntad de
Dios. No se puede aplicar una ley o tradición si ella es indiferente a la
bondad y misericordia de Dios. Porque, en ese caso, Dios no está en esa ley o
tradición. Es ley de los hombres, y se está actuando contrariamente a la
Voluntad de nuestro Padre Dios.
Hablar del Reino de Dios es hablar en y con la verdad. Y desde la verdad siempre hay puntos de encuentros a pesar de nuestras diferencias, porque la verdad es algo común y deseados por todos. La verdad nos une, nos reconcilia y nos da paz, seguridad y fraternidad. Razón tiene Jesucristo, nuestro Señor, al proclamarse Camino – Verdad y Vida. Solo desde Él podemos encontrar la unidad y la paz.
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