Se hace difícil entender el Misterio de nuestra propia vida.
Los mismos apóstoles discutían que quería decir aquello de resucitar de entre
los muertos. ¡Y fueron testigos de la vida del Señor!
Señor, tu Amor Infinito y Misericordioso es un misterio. Un
misterio que no merecemos ni somos capaces de entender. Pero, la realidad es
que existimos y vivimos y experimentamos ese Amor Infinito y Misericordioso que
Tú, mi Dios Padre, nos das.
Nosotros somos más privilegiados todavía poque hemos recibido
de la Iglesia, el testimonio de su Resurrección. ¿Y qué nos sucede? Necesitamos
la fe. Pero, ¿la pedimos? Esa es la clave. La fe es un don de Dios. No cabe en
nuestra cabeza y por nosotros mismos no podemos llegar a entenderla. Solo
podemos confiar, creer en el Señor. Es verdad que hay razones evidentes para
creer pero necesitamos la fe y, es más evidente todavía, necesitamos pedirla.
La forma más sencilla de explicar la cadena alimentaria es dividirla en cuatro etapas: Producción y almacenamiento: los agricultores cultivan, cosechan y elaboran los alimentos. Cada productor debe cumplir las normas de calidad locales e internacionales. Esto puede incluir la forma, el color y/o el tamaño. Una vez cosechado, el producto se lava y se prepara. Algunos productos se cosechan aunque no estén maduros porque maduran en entornos estrictamente controlados durante el resto de su viaje hasta nuestras mesas (CJ – 228 – El desperdicio de alimentos – José Carlos Romero y Jaime Tatay (coord.).
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