No se debe vivir
de las apariencias. Porque, sucede que cuando aparentas estás diciendo que no
eres así, sino que tratas de aparentar lo que realmente no eres. Luego, si
oras. no te exhibas delante de los que te ven por pura apariencia.
Cada día empieza
una nueva batalla contra mi pereza, contra mi comodidad, mi egoísmo, mis
placeres, mi individualidad, mi... Y yo, Señor, quiero tener un corazón de
carne como el Tuyo: bondadoso y misericordioso. Dame la fortaleza para esa
lucha.
Piensa que tu
Padre Dios ve en lo más recóndito y profundo de tu corazón y sabe y conoces tus
intenciones. Por tanto, tu público es Dios y no los que están a tu derredor. De
modo que, cuando hagas algo, hazlo sin tener en cuenta quienes tienes a tu
lado, y sin buscar intencionadamente lucirte y que te vean. Simplemente, no busques
lucirte, sino mostrarte tal cual eres a tu Padre Dios.
En esta relación con
Dios la fe desempeña un papel decisivo: si el hombre puede tener experiencia de
esa relación en algunos momentos, hay otras horas en la vida en que Dios parece
ocultarse y la injusticia se impone contra Él.
También el profeta Jeremías preguntaba a Dios por qué los impíos parecen triunfar siempre. Y el salterio está plagado de ese tipo de quejas, porque parece que Dios ha abandonado al justos. Una experiencia que no se le ahorró ni al mismo Jesús y que llama a saltar desde esa sensación de abandono hacia la confianza en el Padre (CJ – Cuadernos – 227 – Sabiduría divina – Los pobres en los libros sapienciales de la Biblia – José I. González Faus).
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