jueves, 15 de febrero de 2024

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

A veces impulsado por el deseo de lo inmediato, tomamos lo que a simple vista y al alcance de la mano tenemos delante. Cerramos los ojos y buscamos el gozo y la satisfacción inmediata. Sin darnos cuenta cambiamos la Vida plena por la vida de este mundo.

Un tiempo que nos invita a prepararnos para, no solo este tiempo, sino para cada instante y momento de nuestra existencia. Vivir en el amor, por amor y para el amor injertados en Jesús, nuestro Señor, es la consigna de nuestro gozo y felicidad.

Por mucho que nos afanemos, la vida de este mundo no nos llenará plenamente. Siempre volveremos al vacío, la insatisfacción y a la angustia. Nada en este mundo nos dará la plenitud de gozo y felicidad. Nuestro gozo y felicidad está en la otra vida. Una vida nueva que solo alcanzaremos injertados en el Espíritu de Dios que recibimos en nuestro bautismo. Seguir a Jesús es garantía de esa nueva vida, si bien tendremos antes que recorrer un camino de cruz.

Se puede decir que para la antropología sapiencial el gran valor humano es la sobriedad. Esa moderación nos hace crecer como hombres, por dos razones: ayuda a valorar más el ser que el presumir y nos hace ver la inhumanidad del tener. San Benito dice en el célebre capítulo 2º de su Regla que la discreción es la madre de todas las virtudes. Precisamente por eso, solo el hombre moderado será capaz de legar algo.

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