En la medida que
seamos generosos y misericordiosos con el necesitado y carente de lo necesario
para vivir dignamente, lo seremos con el Señor. No olvidemos que Dios, nuestro
Padre es así con nosotros. De la misma manera debemos de ser nosotros con quienes
lo necesitan.
Silencia mi
corazón, Señor. del mundanal ruido de este mundo en el que camino. Fortalece
mis pasos para que sigan con firmeza tu Camino, tu Verdad, tu Vida, y no dejen
de mirar mis ojos tu Amor Misericordioso. En Él pongo todas mis esperanzas.
Y es ahí,
precisamente, donde nos encontramos con el Señor. No lo busques simplemente en
la oración, en la liturgia ni en las prácticas de piedad, sino pide las fuerzas
a través de esas prácticas para encontrarlo en los hermanos necesitados carente
de lo imprescindible para vivir dignamente. Porque, precisamente eso es de lo
que Jesús te va a pedir cuenta al final de tu vida.
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