viernes, 16 de febrero de 2024

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

¿Cómo se puede ayunar cuando realmente el Señor está entre nosotros? ¿No será que al vivir en actitud fraterna, injertado en Él y como Él nos enseñó, nos privamos voluntariamente al compartir y servirnos los unos a los otros? ¿No es ese el ayuno que quiere el Señor?

El camino es largo, cuarenta días de preparación que injertados en el Espíritu Santo fortalecerá nuestra espíritu, hará más llevadero nuestro camino y llenará de sentido, gozo y alegría nuestra vida. ¡Adelante!

¿Y no experimentamos gozo y alegría cuando ayudamos a alguien  de forma desinteresada y por amor. Porque, eso es precisamente amar: servir sin ningún interés material sino buscando el bien y la justicia precisamente en aquellos más necesitados. Es ese el verdadero ayuno que nos pide nuestro Señor. No se trata de privarnos sino de darnos.

La palabra debe entenderse en su sentido más originario: adaptación al modo de ser de la realidad; pero no el sentido hipócrita de quienes llaman «moderación salarial» a la injusticia salarial, como si la injusticia fuera una exigencia de la realidad misma y no de la forma con que la hemos estructurado. Y llaman también «austeridad» a la miseria, cuando quieren imponerla a los demás (CJ – Cuadernos – 227 – Sabiduría divina – Los pobres en los libros sapienciales de la Biblia – José I. González Faus).

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