Se trata de buscar
orientación, de encontrar el camino que nos lleva a la paz, a la verdad, al
descanso y al gozo eterno. No se trata de correr porque el Señor siempre está,
se trata de abrir nuestro corazón y escuchar con atención y disponibilidad.
Sé, Señor, que
para acercarme a Ti necesito que mi corazón sea humilde y confiado en tu
Palabra. Y, también sé, que mi corazón es débil y tiende a endurecerse con las
seducciones y tentaciones de este mundo. Te pido, Señor, que lo transformes en
humilde y confiado.
No desesperes ni
te apresures. Simplemente, abre tu corazón con paciencia, serenidad y
escucha la Palabra de Jesús, el Señor.
Está presente y su Corazón reboza misericordia. No es cuestión de correr ni de
desesperar, solo cuestión de estar atento y vigilante y dejar que su Palabra
vaya calando en nuestro corazón. Él es el Pastor que buscamos, que da sentido a
nuestra vida, que nos orienta y que llena nuestro corazón de gozo y felicidad
que salta a la vida eterna.
No hay tiempo ni espacio para la interrupción, para detenernos y agacharnos a acompañar y aliviar el sufrimiento ajeno, o para levantarnos y alzar la voz contra sus causas. ¿Cómo reaccionamos ante el dolor de los demás?, ¿qué nos ancla a la inacción?, ¿a que prestamos o no prestamos atención?, ¿a qué clamores acudimos?, ¿cuál es el imperativo humano que no estamos escuchando? (CJ – Cuadernos - 236 – Cristo y las culturas – Desafíos de la teología pop – Carlos Maza).
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