jueves, 8 de febrero de 2024

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

¿Experimentamos nosotros esa fe que nos impulsa y que derriba nuestros muros de respetos humanos y de miedos que nos impiden acercarnos con fe firme y decidida al Señor o, por el contrario permanecemos pasivo y acomodados en nuestras seguridades, respetos humanos y miedos?

A veces, Señor, no sé decirte lo que me pasa y lo que necesito. No entiendo muchas cosas que suceden dentro de mí y vivo en una constante inquietud. Dame, Señor, el equilibrio que solo Tú sabes que necesito y la fortaleza para vivir según tu Voluntad.

¿Estamos convencidos que el Señor nos escucha y nos da la vida eterna, no ya solo la vida durante nuestro camino por este mundo, sino la vida eterna que deseamos alcanzar en plenitud de gozo y felicidad? ¿Y le buscamos con ese ímpetu que nos lleva a superar los miedos e inseguridades que nos impiden encontrarnos con Él? ¿Nos atrevemos a mirarnos, pensarlo y reflexionarlo?

Es evidente, a nadie se le esconde que el camino de seguimiento al Señor Jesús es camino de cruz. Seguirle a Él es caminar hacia el Calvario y eso no gusta ni apetece. La muerte es nuestra etapa final y afrontarla desde la fe en Jesús nos llena de esperanza, alegría y gozo. ¿Por qué?, puede preguntarnos  lo sno creyentes. Simplemente, porque tras el Calvario viene la nueva vida: Eterna y plena de gozo y felicidad.

Todos hemos experimentados alguna vez sentimientos de tristeza. Y hemos experimentado también - valga la redundancia - el sentimiento de superar esos fatales momentos. De cualquier manera, lo verdaderamente importante es no perder de vista la Resurrección del Señor. Ella nos llena de esperanza, nos devuelve la alegría y la fortaleza de superar los sufrimientos y desesperanzas de esos trágicos momentos y nos mueve a seguir en paz el camino junto al Señor tal y como nos alienta el Papa Francisco.

Practicar el derecho y la justicia, lo prefiere Dios a los sacrificios (Pr 21,3).

El que da limosna ofrece sacrificio de alabanza… (Eclesiástico 35,4).

Sacrificios de posesiones injustas son impuros, ni son aceptados los dones de los inicuos […]. Es sacrificar un hijo delante de su padre quitar a los pobres para ofrecer sacrificios (Eclesiástico 34,18-20) (CJ – Cuadernos – 227 – Sabiduría divina – Los pobres en los libros sapienciales de la Biblia – José I. González Faus).

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