¿Experimentamos
nosotros esa fe que nos impulsa y que derriba nuestros muros de respetos
humanos y de miedos que nos impiden acercarnos con fe firme y decidida al Señor
o, por el contrario permanecemos pasivo y acomodados en nuestras seguridades,
respetos humanos y miedos?
A veces, Señor, no
sé decirte lo que me pasa y lo que necesito. No entiendo muchas cosas que
suceden dentro de mí y vivo en una constante inquietud. Dame, Señor, el
equilibrio que solo Tú sabes que necesito y la fortaleza para vivir según tu
Voluntad.
¿Estamos
convencidos que el Señor nos escucha y nos da la vida eterna, no ya solo la
vida durante nuestro camino por este mundo, sino la vida eterna que deseamos
alcanzar en plenitud de gozo y felicidad? ¿Y le buscamos con ese ímpetu que nos
lleva a superar los miedos e inseguridades que nos impiden encontrarnos con Él?
¿Nos atrevemos a mirarnos, pensarlo y reflexionarlo?
Todos hemos
experimentados alguna vez sentimientos de tristeza. Y hemos experimentado
también - valga la redundancia - el sentimiento de superar esos fatales
momentos. De cualquier manera, lo verdaderamente importante es no perder de
vista la Resurrección del Señor. Ella nos llena de esperanza, nos devuelve la
alegría y la fortaleza de superar los sufrimientos y desesperanzas de esos
trágicos momentos y nos mueve a seguir en paz el camino junto al Señor tal y
como nos alienta el Papa Francisco.
Practicar el derecho y
la justicia, lo prefiere Dios a los sacrificios (Pr 21,3).
El que da limosna
ofrece sacrificio de alabanza… (Eclesiástico 35,4).
Sacrificios de posesiones injustas son impuros, ni son aceptados los dones de los inicuos […]. Es sacrificar un hijo delante de su padre quitar a los pobres para ofrecer sacrificios (Eclesiástico 34,18-20) (CJ – Cuadernos – 227 – Sabiduría divina – Los pobres en los libros sapienciales de la Biblia – José I. González Faus).
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