Primero debes
descubrirte y reconocer tu condición pecadora. Solo así podrás optar a la
posibilidad de verte con Jesús. Él ha venido precisamente a eso, al encuentro
con los pecadores arrepentidos, y a salvarlos con su Misericordia Infinita.
Solo, Señor, y
gracias a tu presencia mi camino se llena de esperanza, de gozo y alegría. Contigo,
Señor, la vida, a pesar de su dureza y sufrimientos, recobra verdadero sentido
y se hace esperanza de encuentro en un mundo de amor y justicia.
No cabe ninguna
duda, la condición sine qua non para tener un encuentro positivo con Jesús es
la de reconocerte pecador. De no ser así no le escucharás y lo rechazarás. Tu
soberbia te impedirá prestarle atención y escucharle con verdadero interés.
Cerrarás tu corazón y lo sostendrás abierto a las seducciones del mundo,
demonio y carne. Solo tú tendrás la llave para abrir la puerta de tu corazón. Y
solo tú serás el responsable de tu cerrazón.
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