Extraña la forma
de comportarse Jesús, pero quizás merecemos que se nos trate así para que
despertemos y nos demos cuenta de lo que hacemos. De cualquier manera, viniendo
del Señor, aunque no lo entendamos, pensamos que está bien porque el Señor
busca siempre nuestro bien.
Se me hace duro el
camino y hay momentos que siento el deseo de pararme, de abandonar la lucha, de
dejarme llevar por la corriente del mundo. Todo se oscurece y nada tiene
sentido. Señor, en esos momentos me ponto en tus manos porque Tú eres mi única
esperanza.
Nunca comprenderemos el por qué la forma algo vehemente de Jesús con aquellos mercaderes del templo. Sin embargo, el Señor, que entregó su Vida por nosotros, debía tener razón para actuar de esa manera. Su Amor Misericordioso despeja toda duda de su correcta actuación y nos alienta a creer en su Palabra y a pedirle que aumente nuestra fe.
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