¿No te parece una
gran noticia ésta, de vida eterna? Y si lo es y crees en ella, ¿cómo puedes
callártela? Amar es desear para otro lo que deseas para ti mismo, y esta Buena
Noticia no podemos dejarla cautiva en nuestro corazón
Entregas tu vida
libremente. Solo el amor te exige dar tu vida sin condiciones para rescatarnos
del pecado. Da vértigo, Señor, verte en la cruz y fijado a ella por esos clavos
que quiebran tus huesos. Más amor será imposible dar. Nos haces libres, Señor.
Gracias.
Si realmente Jesús
está en nuestro corazón, éste ardería de gozo y alegría. Y, sobre todo, de un
deseo de gritar al mundo entero: ¡Jesús Vive y está entre nosotros! Es notorio
que el hombre busca la felicidad y la vida eterna, sin embargo, cegado por este
mundo, demonio y carne, no advierte que Jesús, que ha vencido la muerte y está
entre nosotros, nos ofrece esa felicidad y vida eterna que buscamos.
¡Verdaderamente, estamos ciegos!
A primer vista, la vida parece del más fuerte, de aquel que tiene más poder y mando. Pero, la realidad no es esa, la debilidad, preferida por el Amor, se hará fuerte y dará la victoria al pequeño, al indefenso, al marginado y pobre.
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