Estoy yo también en esa actitud. Porque, mi vida y mi salvación me han sido regaladas por mi Padre Dios, y Jesús, el Hijo ha venido para, dando su Vida, ganar la nuestra para la eternidad en la Gloria del Padre.
Aumenta mi fe,
Señor, para que cada día pueda ungir tus pies con el perfume de mis obras, de
mis oraciones, de mi intimidad contigo y, sobre todo, de amar
misericordiosamente como Tú. Amén.
Entramos en la
semana de Pasión del Señor. Una semana que distinguimos y llamamos Semana Santa
porque en ella, el Señor, acepta dar su Vida de forma libre y voluntaria para
rescatar la nuestra de la esclavitud del pecado. Son momentos de gloria y
salvación.
Es momento, Señor,
de pedirte el don de la fe para que seamos capaces de discernir quién realmente
eres Tú. Y para experimentar que, por tu Amor Misericordioso, hasta el extremo
de entregar libre y voluntariamente tu Vida, ganas la salvación eterna para todos
nosotros junto al Padre.
Observemos una
cosa. Mejor, experimentémosla: Nos cuesta crucificarnos en nuestros propios
egoísmos. en aras de la verdad. Trata de experimentarlo en ti mismo y, quizás,
comprenderás que ese es el punto que te impide avanzar en conversión.
En otras palabras:
Olvidarte de ti significa despojarte de tus egoísmos tanto materiales como
espirituales. Entonces serás libre para amar. Eso, la Verdad te hace libre.
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