Uno es el señalado, pero somos muchos, el primero yo, que también te hemos condenado, Señor. Y seguimos haciéndolo cada vez que faltamos a tu Voluntad. Cada vez que, encerrados en nuestros propios egoísmos nos entregamos al mundo, demonio y carne.
Tú, Señor, sabes
todo de mí, hasta lo más profundo que se esconde en mi corazón. Conoces toda mi
pobreza, mis defectos, mis fracasos, mis pecados y así, tal como soy, me
quieres con un Amor Infinito y Misericordioso. Cambia, Señor, mi corazón para
que sea como el tuyo, capaz de amar hasta el extremo como Tú haces conmigo.
Amén.
Cuando me planteo
mi fe pienso que no es tan profunda y comprometida como me gustaría. Creo en
Ti, Señor, pero, igual que los apóstoles, ante de experimentar tu Resurrección,
mi fe es de palabra, quizás no de corazón. Eso te pido, Señor, aumenta mi fe en
lo más profundo de mi corazón. Amén.
Nos levantamos, Señor, porque confiamos en tu Infinita Misericordia, y por tu Infinito Amor demostrado en el abrazo a esa Cruz que nos salva. Eso nos da fuerzas, confianza y voluntad para levantarnos y seguir el camino. Gracias, Señor, por tu misericordiosa y paciente espera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.