Esa es la
cuestión: crees o no crees. Jesús te propone tu felicidad eterna. Y no solo te
lo propone sino que llega al extremo de dar su Vida por amor para que creas en
su Palabra. Más no se puede amar. Ahora, tú decides: estás con Él o estás en
contra de Él.
Señor, Tú sabes de
mi impaciencia y de mis deseos. Quiero caminar de prisa y alcanzar mis
objetivos de inmediato, y me desespero en mis fracasos. Ahogo mi propia semilla
y no la dejo dar frutos: Dame, Señor, la paciencia de creer en Ti.
¿Te has preguntado
que realmente buscas en este mundo? ¿Salud, riqueza, fama, placer, vivir bien…?
¿Y nos has pensado que eso, por muy bien que se te dé, acabará más pronto que
tarde? Luego, ¿para qué sirve? ¿No te has parado a pensar que sientes dentro de
ti? ¿No has sentido deseos de felicidad eterna? Y si es eso lo que realmente
quieres y buscas, ¿no te das cuenta de que eso es lo que te propone Jesús? Él
te enseña el Camino, la Verdad y la Vida.
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