¿Acaso no sabemos de que todo lo de aquí abajo es caduco? ¿Nuestra vida no nos ha enseñado que todo
lo de este mundo es temporal y caduco? Luego, ¿para qué tanto afán y empeño en
atesorar bienes de este mundo, no conviene mejor atesorar bienes que valgan
para la vida eterna.
Haz, Señor, que mi
vida vaya injertada a tu Palabra y que la descubra cada día en las Escrituras.
Que ellas sean el pan que me llene de esperanza y Tú, mi Señor, el alimento
Eucarístico que fortalezca mi vida, alumbre mi entendimiento y me inunde de
paz. Amén.
Es evidente que
nuestras inclinaciones humanas nos arrastran a buscar los bienes de este mundo.
No solo los materiales sino también los espirituales, tales como la fama, el
honor, el reconocimiento, el poder, la avaricia…etc. Pero, todo esos bienes
acaban aquí cuando nuestro recorrido mundano llegue a su fin. Mejor, y lo único
valioso será buscar los bienes de arriba a los que nos lleva Jesús. Conviene,
pues, buscarlo para eso tratando de despojarnos de los que nos propone nuestra
naturaleza humana.
No queremos pensar ni enfrentarnos a este último día de nuestra vida. Sin embargo, queramos o no sabemos que llegará. Mejor será que nos coja preparados porque no sabemos ni el día ni la hora. Y es el momento más importante de nuestra vida.
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