miércoles, 17 de abril de 2024

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

Todos, aunque posiblemente sin darnos cuenta o no ser muy consciente de ello, buscamos la felicidad eterna. Queremos ser felices eternamente. Pero, ¿qué es ser feliz? Precisamente eso, no sentir hambre ni sed y, en consecuencia, no tener que comer ni beber.

En ti, Señor, quiero poner toda mi confianza. Dame esa capacidad de estar disponible a tu llamada, a tu servicio para hacer tu Voluntad en cada instante de mi vida. Necesito tu Gracia, Dios mío, para hacer tu Voluntad. Amén.

Es decir, estar saciados satisfechos, felices y libres. Porque el hambre y sed te exigen esfuerzo, búsqueda y exigencias para poder subsistir. De alguna manera eso te impide ser plenamente feliz. Te sientes sujeto a esas necesidades que te impiden sentirte libre. Ser feliz implica sentirte saciado hasta el punto de no desear nada más. Supongo que eso lo experimentaremos junto y en la presencia de nuestro Padre Dios. Plenamente felices hasta el extremo de no desear nada más.

No se trata dar sino que lo verdaderamente importante es darse. Puedes convertirte en una buena persona que das y que cuando llegas te confunden con esa buena persona, con un repartidor de cosas buenas, pero no llega el contagio de tu fe.

Ser cristiano va más allá, no se trata de llevar una noticia de un lado a otro, que no es que sea malo, pero no es lo que contagia la fe. Ésta se contagia cuando quien la vive transmite su fe con sus actos y vida.

Por eso, más que dar noticias que sí, algunas son convenientes y necesarias, anunciar consiste en dar de ti lo que tienes y puedes. Tu vida, tus sentimientos de fe, tus testimonios y  relación de cada día con el Señor, tus momentos donde tienes presente al Señor… Se trata de ser transparente y dejar pasar la luz de tu fe en el Señor, de tal forma que pueda alumbrar a otro.

Hay una lucha a muerte entre nuestra alma y pasiones. La virtud de la templanza nos ayuda a moderarnos, a sostenernos en equilibrio y a no dejar que nuestras pasiones nos inclinen a la desmesura, desorden, extravagancias e inmoralidades. Busquemos siempre actuar con templanza como nos dice el Papa Francisco.

Actuar con templanza es ser equilibrado, conscientes de tus pasiones, de las inclinaciones que pueden desequilibrarte y distorsionar la realidad de tu propio ser y ver lo que realmente no es ni hacer lo que no debes de hacer. La templanza nos ayuda a dominarnos y a dirigir nuestras pasiones de forma correcta y moral. Hoy, el Papa Francisco nos habla de esta virtud.

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