Es verdad que la
muerte nos da miedo y más el dolor y sufrimiento. Sin embargo, sabemos que eso
es un paso para una vida, no solo mejor, sino plenamente feliz y eterna. Y ese saber
o creerlo nos libera del miedo, nos llena de esperanza y nos alegra el corazón
y la vida.
Tú, Señor, llenas
mi vida de gozo, alegría y, sobre todo, de esperanza en una vida nueva, eterna
y gozosa en plenitud de felicidad. Tú, con tu Resurrección haces que mi camino,
aunque con cruces, sea más ligero, llevadero y soportable.
¡Jesús ha
Resucitado!, y eso cambia totalmente nuestra manera de ir por el mundo. Ahora
no hay motivos para llorar, al menos con miedo y desesperación, pues la muerte
en este mundo es el paso - Pascua - para la otra la vida, la de permanecer en
la Casa del Padre, donde todo es gozo y felicidad.
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