Jesús, el Hijo
enviado, el Dios hecho Hombre, nos adentra en el Corazón del Padre y nos
enseña, con su Vida y Obras, a hacer su Voluntad. No obstante, nos enseña a
rezar pidiendo hacer la Voluntad del Padre. Esa es nuestra misión, y para eso,
Jesús se pone delante.
Sé, Señor, que
estoy manchado y herido por el pecado. Mi naturaleza debilitada por las
impurezas de mi corazón necesita una limpieza que solo Tú, mi Señor, puedes, si
quieres, realizarla. Y yo, Señor, te lo pido postrado a tus pies: ¡Señor, si
quieres puedes limpiarme!
Él es el Camino,
la Verdad y la Vida que nos lleva, con su testimonio de Vida, a vivir en el
esfuerzo de cada día de hacer la Voluntad del Padre, tal y como Él la hizo. Por
eso, junto al Hijo, y por sus méritos, que nos rescata y nos da la dignidad
perdida por el pecado, de hijos de Dios, sigamos el cumplimiento de su Palabra
y regresemos, junto a Él, a la Casa del Padre.
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