No es cuestión de
adaptar la ley a mis intereses y conveniencias. Todo lo contrario, se trata de
cumplirla desde lo aparentemente más pequeño a lo que parece más grande. De la
misma manera, seremos más importantes o menos según sea nuestro cumplimiento de
la Ley
No tengo palabras,
me quedo mudo y en silencio delante de Ti, mi Señor. Pongo mi pobre vida en tu
presencia y me abro a tu Voluntad humildemente para que, Tú, mi Señor,
transformes mi corazón endurecido en un corazón suave, tierno y misericordioso
como el Tuyo. Amén.
Una Ley que Jesús
nos enseña a cumplir con su Palabra y su Vida. Una ley que nos descubre el amor
en el servicio desde lo más insignificante y pequeño a lo más grande y notable.
Una ley que es camino de perfección asistidos en el Espíritu Santo.
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