Tras la oscuridad,
la desolación y el impulso que te da la fe, se hace la luz, llega el momento y
el encuentro. Jesús se muestra Resucitado. La muerte ha sido vencida por el
Amor y la Misericordia.
Señor, no quiero
privilegios ni que me liberes de lo que tengo que sufrir con el peso de mi
propia cruz. Sólo te pido que aumentes mi fe, que sea esperanza firme y sostén
de mi fortaleza antes todas las vicisitudes y dificultades que nazcan del
camino de mi propia cruz.
María Magdalena sale a ese encuentro llena de dolor, de angustia y de incertidumbre y sus esperanzas se hacen realidad. También a nosotros nos puede pasar lo mismo. Confía y cree, Jesús, el Señor, ha Resucitado, Vive y está a nuestro lado. En Él encontraremos las respuestas al sin sentido de este mundo.
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