Está claro, si
quieres seguir al Señor tendrás que agarrarte a Él fuertemente, hasta el punto
de permanecer injertado en Él para que tus frutos sean nacidos de su Amor y Misericordia.
María Magdalena es
ejemplo y testimonio de búsqueda, de escucha y de encuentro. Supo que en Jesús
estaba la Vida y la Verdad y que, por tanto, Él era el Camino. Pidamos, por su
intercesión, saber también nosotros encontrar al Señor.
Eso deja
claramente despejada una cosa: sólo en y con la Eucaristía quedamos enlazados,
injertados y unidos espiritualmente al Señor. Tomamos su Cuerpo y Sangre y
quedamos alimentados por su Espíritu. Nos lo dijo muy claramente y nos lo
repite hoy en el Evangelio: Él es la Vid, y nosotros los sarmientos. Solo
unidos a Él permaneceremos y daremos frutos.
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Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.