Un pan que se
entrega, que se da como alimento para la Vida Eterna. Así se manifiesta Jesús,
el Hijo de Dios, ante los connacionales de su tiempo. Y así lo hace también
ahora a través de su Iglesia. La reacción es la misma. Quizás con matices
diferentes pero el mismo rechazo ante su proclamación.
Es evidente que
cuando el centro tu corazón lo ocupa el Señor, tu vida se da y entrega
generosamente por amor, sin condiciones, al bien de los demás. Porque, el amor
recibido de Él nos empuja a corresponder y hacer lo mismo. Ese fue el
testimonio de Lorenzo, diácono. Entregó su vida por amor y servicio a los
necesitados como aprendió de Jesús, nuestro Señor.
A pesar de eso,
los creyentes de este tiempo siguen proclamando que Jesús es el Pan bajado del
Cielo para darnos Vida Eterna. De la misma manera, como Él nos ha enseñado,
tratamos de partirnos y repartirnos entre los más necesitados, entregando a la
tarea de anunciarlo y de gritar al mundo que el verdadero alimento, que da Vida
Eterna, es Jesús, el Señor, el Hijo de Dios Vivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.