Es lo que
observamos cada día de nuestra vida. Y, volviendo la mirada hacia atrás - según
la historia - encontramos que ha sucedido lo mismo. Son muchos los que eligen
el mundo, dejarse guiar por el demonio, y el placer, satisfacción y egoísmos de
la carne, los tres grandes peligros del alma.
Es evidente que
descubrir tu camino y rendirse a la verdad siempre será difícil, y nos pesa
como una loza. Pero, también es verdad que con paciencia y tiempo, sobre todo,
confiando en el Espíritu Santo y poniendo todo el esfuerzo que podamos, y que
de nuestro Padre Dios hemos recibido, avanzaremos en cumplir la Voluntad de
nuestro Padre.
Eligen revestirse de esa etiqueta y rechazan el vestido de fiesta al que alude la parábola - la Vida de la Gracia - que el Señor nos regala y con el que nos quiere revestir e invitar al Banquete de su Hijo, nuestro Señor, que se convierte en Pan y Vino para alimento espiritual de nuestra vida. Es ese el vestido del que debemos revestirnos y con el que debemos acudir a ese Banquete de Vida Eterna.
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