Toda nuestra vida
es un examen. Nos examinamos desde que hemos sido concebidos en el vientre de
nuestras madres. Nuestra primera prueba es superar esa venida al mundo del sol
y luna y respirar la atmósfera de este mundo que nos recibe.
Si por cualquier
accidente o razón inexplicable, Tú, mi Señor, desaparecieras de mi vida, ¿a
dónde iría? ¿Qué sería de mí? Porque, sin Ti, Señor, mi vida no tendría ya
ningún sentido, ni mi camino ninguna meta, ni ningún rumbo.
Luego, continuará
la batalla de cada día por seguir con vida y en el camino. Antes muchos se han
quedado y otros siguen el camino prueba tras prueba La conclusión es mantener
constantemente la lámpara de nuestro corazón encendida con el aceite de vida
eterna que son los sacramentos y dar luz, no sólo a nosotros para ver el camino,
sino también a los que caminan a nuestro lado.
Porque, de eso se
trata, de alumbrar y estar preparados para que cuando el Señor de nuestra vida
abra la puerta, podamos estar preparados para acudir a su llamada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.