Será siempre
delicado y difícil corregir. Aún en el caso de que tu corrección sea la
correcta. El corregido se resiste y ensoberbece y cierra su corazón a la
corrección. Es necesario hacerlo con mucha delicadeza, sigilo, y caridad sin
presión ni exigencias.
Señor, Tú lo sabes
todo, y sabes de mis intenciones, de mis proyectos y de que quiero seguirte y
vivir en tu Voluntad. Pero, también sabes de mis debilidades, de mis pasiones,
de mis defectos, fallos, errores y, sobre todo, de mis pecados. Sé, y eso me
llena de esperanza, de tu Infinito Amor y, sobre todo, tu Infinita
Misericordia.
Es tratar de
advertir el error, que pueda inducir a otros a hacer lo mismo. De cualquier
manera, de resistirse el problema, debemos ponerlo en conocimiento de otros,
hasta llegar a la comunidad si no se enmienda el error. Pero, lo primero y más
importante, es contar con el Espíritu Santo, que nos auxilia, nos alumbra y nos
asiste para que sepamos decir y hacer lo que realmente tenemos y debemos hacer.
¿Cómo puedo creer que Dios, mi Padre Bueno y Misericordioso, me amenaza con castigos, con profecías que me presionan, dan miedo y hasta infunden terror y pánico, un Dios que me asusta y me infunde terror? Ese no es el Dios que me ha anunciado Jesús, el Hijo amado.
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