martes, 13 de agosto de 2024

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

No es cuestión de cruzarse de brazos, ni tampoco de quejarse, sino de ponerse en camino. La consigna está proclamada: Amar hasta el extremos de servir al más necesitado e incluso al enemigo. Un amor misericordioso que traspasa las fronteras del odio, venganza y soberbia.

Y yo, Señor, quiero seguirte porque sé que Tú eres la Luz que necesita mi vida para encontrar ese camino de felicidad eterna que tanto ansío y que sólo está en Ti. Guíame, Señor, y alumbra mi vida según tu Palabra y tu Amor Misericordioso. Amén.

Un amor que exige confianza, fe y buenos deseos; un amor que no pregunta sino obedece, es inocente y bien intencionado. Un amor que es como un niño que mira a su padre y le sigue, aunque no le comprenda, sin rechistar. Un amor que se fía de la Palabra del Padre y se deja cargar en sus hombros. Un amor de niño, de oveja perdida y desorientada que se alegra cuando oye la voz de su amo.

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