No necesitamos
escondernos ni, aparentemente, disfrazarnos de lo que realmente no somos.
Nuestro primer paso debe ser de reconocimiento. Sí, realmente somos pecadores, y
reconocerlo, es la forma de empezar a corregirnos y mejorar.
Dios mío, eres mi
esperanza, mi motor de cada día. Experimento que me levanto cada día por y con
esa motivación: «responder a tu amor».
Dame la fortaleza, la paz y sabiduría de poder hacerlo y de acercarme a amar
como Tú, mi Señor, me amas.
Porque, desde el propio reconocimiento, estamos reconociendo – valga la redundancia – nuestra propia condición pecadora, y, en consecuencia, la necesidad de comenzar a salir de esa situación tratando de ser humilde hasta el extremo de reconocernos limitados y abiertos a aprender y corregirnos. Es la actitud cristiana del pecador, que pide misericordia y fortaleza para purificarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.