martes, 17 de septiembre de 2024

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

Sabemos que nuestro corazón también se compadece. Todos lo hemos comprobado en algún momento de nuestra vida. Experimentamos dolor y compasión cuando vemos a alguien sufrir o ser maltratado por alguien. En eso nos parecemos a Jesús.

No es cuestión de palabras sino de obras. Abrirnos a la acción del Espíritu Santo y dejar que Él vaya orientando mi vida, señalándome el Camino y enseñándome la Verdad. Se trata de ponerme en sus Manos y dejarme conducir por sus impulsos y soplos. Él está en mi vida desde la hora de mi bautismo.

Por algo decimos que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Y si Jesús es el Hijo predilecto, también nosotros nos parecemos en algo a Él. Es evidente, lo hemos experimentado, sentimos compasión cuando vemos injusticias y atropellos, e, instintivamente, saltamos a ayudar. Ahora, lo que verdaderamente importa es sacar al primer plano de nuestra vida esas cualidades parecidas a nuestro Señor Jesús. De esa manera, viviremos tratando de imitarle y de vivir en su Vida y Palabra.

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