No es cuestión de
creérnoslo o no. Es cuestión de experimentarlo y vivirlo. La bienaventuranza
que todos buscamos en este mundo no se encuentra en los bienes, las riquezas o
el poder. Se esconde en el amor, y Jesús, nuestro Señor, nos lo ha enseñado con
su Vida y Obras.
Si me mantengo
firme, Señor, es porque sé y creo que Tú caminas y estás a mi lado. Me
acompañas en todo instante y me haces, no sólo sentir, sino también
experimentar tu aliento y no sentirme sólo.
No busquemos la
felicidad en las cosas de este mundo, tal es la riqueza, el poder, la fama, el
placer…etc. Porque, de hacerlo, nunca la encontraremos. La felicidad está
dentro de cada uno de nosotros, y consiste en la manera de como compartamos
nuestra vida y todo lo que hemos recibido de nuestro Padre Dios. Será el amor y
la manera de compartirlo lo que nos hará sentirnos, por la Gracia de Dios,
Bienaventurados.
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